Cuentos

Nunca supe bien a donde iba..

Nombre: Rodrigo Medel S.
Ubicación: metropolitana-Bio bio, Chile

Licenciado en Sociología- Universidad de Chile. medelcio@gmail.com

miércoles, julio 4

Los predicadores

Ya a principios de los 80, cuando en Venezuela se celebraba el bicentenario del natalicio de Simón Bolívar, los órganos de inteligencia militar habían descubierto la existencia de un grupo de predicadores jóvenes, estos pregonaban dentro de los sindicatos y juntas vecinales, las ideas de Bolívar y de un nacionalismo incipiente sin ideales muy consolidados. Estos oradores se caracterizaban por enseñar el arte de la magia y de la hechizaría, arte que heredaron de sus antepasados indígenas y que seguía vigente en los sectores aledaños a la selva amazónica. Arte que transformaban en la más eficaz e insospechable arma para con sus enemigos.
El hasta entonces desconocido clarividente Lucas Sifuente Pérez, hijo de maestros de escuela, era parte de aquella secta de espiritistas, cuya principales consignas sería terminar con la "democracia" bipartidista y frenar el incipiente modelo neoliberal que comenzaba a acechar la tierra de Bolívar.

Y sin duda que fue atribuida a él la espantosa muerte, producto de cinco paros cardíacos instantáneos, de cinco empresarios de la empresa PCMB de celulosa natural, esto luego de que rechazaran el retiro de extracción de bosque nativo en zonas indígenas de la zona sur de la selva tropical.
Pero no fue hasta el año 86, en que Lucas Sifuente, junto a otros tres compañeros, comenzaron una invocación letal (la más grande de la historia del país) que buscaba la vida del presidente derechista y de muchos de sus socios empresarios y autoridades locales. Esta invocación, que partió en un lugar de caracas y que se fue extendiendo por distintos sectores del país, pretendía la muerte de más de doscientas personas, y es considerada, extraoficialmente, el mayor atentado terrorista de la historia del país. Sin embargo, ésta falló luego de que una secreta y violenta intervención militar en los distintos centros de brujería, saboteara y destrozara los centros político religioso. Aún así, logró arrebatar la vida de algunos pequeños gobernadores y dejar en delicado estado a otros tantos de importantes ciudades del país. Además arrebató la vida un par de autoridades de localidades rurales.
A media mañana del día 4 de Febrero de 1986, luego de varias horas de allanamientos, muerte y tortura, los predicadores y Lucas Sifuentes, fueron apresados y borrados de la memoria colectiva del país.
Luego de la rendición de Sifuentes, comentan quienes lo vieron por última vez, que este se levantó y dijo en sus últimas palabras “compañeros, por ahora hemos fallado, pero volveré a aparecer antes de las dos veinte, y entonces hasta el mayor de los imperios temblará”
Los soldados, fervientes creyentes de las brujerías indias, fusilaron a Lucas y sus seguidores con los primeros rayos del alba, y esperaron, formados en fila, una hora tras otra el resucitar del Mesías a la hora señalada. Sin duda que su singularidad se habría visto dañada si al dar las dos con veinte este hubiera simplemente vuelto a nacer, ya que su misticismo y clandestinidad se habría visto acabada al haberse ganado una importante cúpula de militares que esperaban aquel milagro, y al suponer un solemne e inauténtico plagio del renacer del mayor de los líderes de la humanidad.
Aún así, muchos soldados lloraron al prender fuego a los predicadores y enterrar sus cenizas, y es que desaparecía de esa forma, el más carismático líder de los movimientos populares venezolanos.