Cuentos

Nunca supe bien a donde iba..

Nombre: Rodrigo Medel S.
Ubicación: metropolitana-Bio bio, Chile

Licenciado en Sociología- Universidad de Chile. medelcio@gmail.com

jueves, agosto 3

Azul profundo

Mi recuerdo vive en esta playa congelada. Tu acostumbrabas esa roca, la roca que partía el mar a tus costados. Me mirabas como muda, te batías con el aire, eras cómo un coqueteo de azul al medio del océano. La brisa arrancaba tus lágrimas secas, creí ver tu silueta moverse desde el océano hacia mi, pero no era cierto, tu seguías ahí, inmóvil en tu cima. Mi tristeza abordaba cada elemento de tu pintura en azul, el mar me tocaba y retornaba cómo llamándome hacia ti, y hacia ti me dirigí, tambaleándome entre las rocas, saltando entre arrecifes. Me vi caer con pierna doblada, pero me sostuve esforzado de tu mano extendida, y me abrasé entero a tu tallo de terciopelo azul, ese azul de mi tristeza. Y así nos quedamos, con el amor insaciable de aquel tropiezo, con mis brazos que cercaban tu diámetro circular. El viento echó a volar nuestros cabellos y el tiempo oscureció el océano. Recorrí tu torso con mis párpados cerrados, manoseé los surcos que el tiempo te había conseguido, quise unirme a ti ahí mismo, para siempre, parado sobre aquel relieve que se transformaba en nuestra isla. Ya de azul apenas quedaba tu reflejo lunar en las aguas iracundas, las aguas que se alzaban buscando desprenderte de mis brazos entregados, como celosos cuidadores de un preciado monumento; yo solo me aferraba a ti para seguir amándote. Intenté escalarte para saborear la cumbre de tu delicias, pero la ira de los guardianes nos interrumpió. Fue cómo una mano gigantesca que nos encerraba para darnos un estruendoso golpe de humedad. Y así nos quedamos, cómo frío en lo caliente, con el sabor marino de nuestros cuerpos; pero no nos movió, yo me sostuve de ti, y tu, supongo, también de mí. Pero las aguas se contraían cada vez más furiosas, se levantaban por encima de nuestros cuerpos y nos daban palmetazos implacables. Te jalé, traté de llevarte conmigo, liberarte, apartarte de tanta hostilidad; pero tu no te movías, no me acompañabas. Miré por última vez tu cuerpo con el frenesí del viento, y la mano nos encerró nuevamente, esta vez, decidida a llevarnos hasta sus fauces abismales. Alcancé a sostenerme tres segundos de tu brazo extendido, para luego, ser tragado por la rabiosa tempestad. Secuestrado por el torbellino, vi tu silueta desaparecer, eras como un espejismo de belleza inmóvil, como un puño alzado frente a la maldad. Me transformé en un harapo, giraba como un rombo por debajo de las aguas, me estremecía agitado al antojo de la marea. Cuando ya caía derrotado en un abismo de negrura, un último y certero puñetazo me quiso apartar de esa muerte que ya me penetraba. Sentí una vez más los almohadazos del viento en mi rostro, y las olas que volvían a zamarrearme cómo un niño a su juguete. De pronto mi mente se apagaba, y yo, amanecía como desecho de harapos a orillillas de un olvidado litoral.

Diez años han transcurrido, hoy he regresado a tus costas. Miro bien y ahí te encuentro, alzada en la misma roca, con tú misma posición de tristeza. A tu alrededor, el mar bate las aguas con idéntica cadencia, en el horizonte, los colores siguen perfilando tu hermoso paisaje. Pero se te ve raída, tienes un tono grave, como de alma agazapada. Veo tu piel de polvo surcado, tu cumbre de cabellos está deshojada, tus brazos a medio alzar, tus dedos fracturados. Pero yo también he palidecido. Ya no somos los jóvenes de antaño. Sin embargo aún conservas el misterio que me atrapa, porque tu siempre has sido de este lugar y yo siempre he sido el forastero. Por eso entiendo que te hayas quedado cuando el mar me tragaba en su infierno, tú no podías irte, tu ya estabas enraizada. Veo tu silueta moverse desde el océano hacia mí, cómo dándome tu último adiós, desapareciendo una vez más en el azul profundo, volviéndote apenas un tono en la inmensidad del océano, alzando eternamente tus copas hacia el cielo.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

me acuerdo de ese cuento...
me lo leiste en tu casa, cuando vivias en el barrio universitario, en la casa ke estaba rodeada de árboles...
¿te acuerdas?

me gusto entonces, me vuelve a gustar ahora....

viejos tiempos, como olvidarlos...

3:17 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

me acuerdo de ese cuento...
me lo leiste en tu casa, cuando vivias en el barrio universitario, en la casa ke estaba rodeada de árboles...
¿te acuerdas?

me gusto entonces, me vuelve a gustar ahora....

viejos tiempos, como olvidarlos...

KaLeCiTa!

3:18 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home